Natalia Olarte

La gran singularidad de los viñedos de Bodegas Bilbaínas reside en el hecho de que sus 250 hectáreas de viñedos propios están todas ubicadas en Haro. En Rioja la parcela media es inferior a una hectárea de superficie, sin embargo Bodegas Bilbaínas apuesta desde un inicio por los viñedos en propiedad. De hecho, la bodega puede considerarse un auténtico château, rodeada de viñedo, a pesar de estar pegada al casco urbano de Haro. Un hecho realmente inusual. Pero lo más sorprendente de todo es cómo los propietarios de la bodega compraron las fincas. Buscaron 3 puntos estratégicos, en lo más alto de las colinas. Una vez arriba, extendieron el brazo y dijeron: “Todo lo que abarca hasta el último punto de la mano serán viñedos de Bodegas Bilbaínas”. Hicieron tres unidades grandes de viñedos: Viña Pomal, Paceta y Zaco, separadas exclusivamente por el río Ebro. Lo más curioso es que hoy en día, si uno sube a lo alto de las tres colinas y extiende el brazo, el punto final de la mano es donde terminan los viñedos de Bodegas Bilbaínas.

Otra historia auténtica relativa a los viñedos de Bodegas Bilbaínas son las casetas de campo. Hasta que no se mecanizó el transporte, los trabajadores iban en burro a trabajar. Como costaba casi un día realizar toda la tarea, dormían en las casetas y volvían al día siguiente. Por cada unidad de terreno se construyó una caseta, que contaba también con un espacio para los animales. Una de las casetas se la conoce desde antaño como la caseta de los 40 duros, denominación heredada de la tradición de los cazadores de la época que se apostaban 40 duros a que cazaban más presas que el otro.