AMOR ETERNO –A veces, la espera tiene su recompensa.–

Hay amores que duran toda la vida. Eso debió pensar la mujer de sesenta y dos años que se casó con un hombre de setenta en el restaurante Abarka Jatetxea, de Fuenterrabía. Lo curioso de esta boda es que debía haberse celebrado hace treinta y cinco años. Sin embargo, una semana antes de la ceremonia, cuando la novia ya tenía incluso el vestido comprado, el hombre decidió abandonar la relación para casarse con otra mujer con la que salía a escondidas. En cualquier otro caso, la joven abandonada casi en el altar hubiese quemado el traje de novia o lo hubiera arrojado a la basura. Sin embargo, ella pensaba que él era el hombre de su vida y que algún día llamaría a su puerta para casarse con ella. Así que se mantuvo soltera, hasta que ese improbable día llegó, después de que el hombre enviudara. Ni corto ni perezoso, fue a casa de su antigua novia que, al parecer, no guardaba ningún rencor hacia él y, tras seis meses de relación, decidieron casarse. Pero lo más sorprendente de todo es que ella lo hizo con el mismo vestido de novia con el que se iba a casar hacía tres décadas.

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