UNOS 'CALÇOTS' ERÓTICOS –La mente puede llevar en ocasiones a pensamientos libidinosos, aunque de lo que se esté hablando no tenga nada que ver con el sexo.–

Eso le sucedió al dueño del restaurante All i Oli, de San Sebastián, César Barrera, cuando trató de explicar a un grupo de cuatro vascas cómo se comían los tradicionales calçots, una variedad de cebolla típica del interior de Cataluña que se consume durante la temporada de invierno. Barrera, con un calçot en la mano, se dispuso a explicar cómo hacerlo. Lo primero que les enseñó fue cómo agarrarlo: con una mano se debe sostener el calçot y, con la otra, agarrarlo por la punta. Continuó añadiendo que se debe tirar por debajo para que se deslice la piel. Pero en ese momento, las chicas, tal vez por efecto del Viña Pomal que se estaban tomando, no pudieron contener más la risa, ante la mirada atónita del dueño del restaurante, que no entendía el cachondeo. Así que él prosiguió explicando que hay que mojar el calçot en la salsa y, después, metérselo en la boca. Con poca intención de abandonar la broma, las mujeres todavía rieron más, hasta el punto de que algunas incluso lloraron. Frustrado, Barrera se fue a la cocina desde donde observó que los clientes del resto de mesas también se estaban mondando de la risa. Fue entonces cuando se percató de cada una de las connotaciones sexuales, totalmente involuntarias, de su explicación. Ruborizado, ya no supo cómo mostrar la manera de comer este plato sin caer en la analogía sexual, por lo que, desde entonces, opta por bromear y reírse él también cada vez que tiene que enseñar a sus clientes cómo comerse unos calçots.

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