UNA ABUELA REACIA AL CAMBIO –Adaptarse a los cambios cuesta y más cuando las cosas han funcionado tan bien.–

Eso es lo que le sucedió a la abuela de Gualberto Royo, fundadora del restaurante Karola Etxea, hace cincuenta años. En este establecimiento, siempre se había ofrecido a elegir entre un vino tinto de crianza, un vino blanco y un clarete, todos ellos de una única bodega. A la hora de hacer el traspaso a su nieto, en 1994, este vio que había que adaptarse a los tiempos y ofrecer una mayor variedad de vinos. Sin embargo, la abuela era reacia a cambiar algo que había funcionado siempre tan bien, por lo que solo aceptó ofrecer, como mucho, Viña Pomal, dado que era el vino que ella y su marido bebían siempre en las comidas. Poco a poco y según se iba ocupando más del restaurante, Royo no solo fue introduciendo nuevos vinos en la carta, sino que también fue ampliando el menú, que en un principio únicamente ofrecía parrillada de pescado. Pese a que le costó admitir que el Karola Etxea necesitaba modernizarse, poco antes de fallecer, la abuela continuaba yendo de vez en cuando al restaurante para interesarse por la multitud de platos que se iban a cocinar solo para ese día. Algo muy diferente a lo que sucedía cuando no había tanta competencia y, ella sola, con pocos platos y ninguna variedad de vinos, llenaba el restaurante.

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