GUERRA DE BROMISTAS –A veces los adultos se comportan como niños.–

El gerente del Kerren Asador de Bilbao, Jon Zenarruzabeitia, es un bromista empedernido y sus clientes habituales lo saben, por lo que a menudo le suelen devolver sus chanzas. El gracioso episodio sucedió hace quince años, cuando tres clientes pidieron coñac y Jon les dejó la botella en la mesa para que se sirvieran ellos mismos. Cuando se fueron, dejaron la botella medio llena, por lo que el gerente la volvió a dejar en su sitio. Al día siguiente, un cliente pidió un café con coñac y la sorpresa de Jon fue mayúscula cuando descubrió que los tres clientes del día anterior habían rellenado la botella con agua tras bebérsela entera. Jon pensó en vengarse, y así lo hizo nada más volvieron de nuevo los tres bromistas al restaurante. Por aquel entonces aún se podía fumar en los bares y uno de ellos le pidió un puro. Jon, sin pensárselo, le sacó un faria falso que explotó nada más encenderse, provocando un susto de muerte entre los amigos y el propio fumador, al verse sorprendido por la desintegración del puro en pedazos. La cosa podía haber quedado en un empate, si no fuese porque los clientes también juraron venganza al bromista. Nada más abandonar el establecimiento, decidieron empapelar la furgoneta de Jon con carteles en los que se anunciaba su venta. Sin embargo, cometieron un grave error. La furgoneta era muy parecida a la del gerente, pero no era la suya. Jon no dejó de recibir llamadas durante varios días y, si bien a él la broma le hizo cierta gracia, no cree que sucediese lo mismo con el verdadero dueño del vehículo, que se vio salpicado en medio de una guerra de bromistas.

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