DESALOJO CON VINO –La espera con un Viña Pomal es mucho más amena.–

Era un invierno de hace diez años en Vitoria y el Restaurante Casa Vieja-Etxe Zaharra ya había encendido el horno de leña que calienta todo el establecimiento, situado en un edificio de piedra, ladrillo y madera de 1850. Unas sesenta personas disfrutaban de la comida cuando la chimenea que hay en uno de los dos comedores prendió fuego. La última planta, donde por suerte no hay ningún comedor, se llenó de humo, e inmediatamente el dueño del restaurante, Miguel Ángel Compañón, se convirtió en un improvisado bombero. Desde la parte de arriba, introdujo uno de los extintores en el hueco de la chimenea y lo vació entero. La mala suerte quiso que el líquido del extintor se extendiera a través de los huecos de las chimeneas de los dos comedores. Al ver que salía una nube de polvo blanco, la hija del dueño, Laura Compañón, desalojó el restaurante pensando que solo sería por unos minutos. Cuando los comensales estaban abandonando el local, uno de ellos se volvió y se dirigió a su mesa para recoger la copa y la botella de Viña Pomal que se estaba bebiendo. «Si no le importa, esperaré tomando este vino en la calle», dijo ese cliente, que por nada del mundo quería renunciar al placer del vino. Nadie pudo regresar ya que la nube blanca se extendió por el comedor y la cocina. Como compensación, ningún comensal pagó la comida ese día, ni siquiera el hombre que se había llevado el Viña Pomal.

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