UN COMIENZO ACCIDENTADO –El calor y la humedad hacen sus estragos.–

Los comienzos no son siempre fáciles. Eso debió pensar el dueño del Restaurante Lasa de Bergara, Koldo Lasa, quien a los pocos meses de abrir, en 1994, tuvo que acometer su primera reforma. Fue en enero del año siguiente cuando el techo aislante del comedor se vino abajo justo en pleno servicio. Afortunadamente, estaba hecho de una especie de cartón, como el que se usa para guardar los huevos, por lo que no tuvo que lamentar ninguna desgracia. Al parecer, no había llegado a secarse bien debido al exceso de humedad de esta localidad guipuzcoana y, por este motivo, se desplomó. Tampoco hubo que lamentar la rotura de ninguna botella, como una de las joyas de este restaurante, un Viña Pomal de 1928 guardado por suerte en la bodega. Siete años más tarde, Koldo Lasa sufrió otro accidente: le cayó en un hombro una de las barras que sujetan el aire acondicionado. En esta ocasión, fue el calor lo que provocó que se despegara la silicona. Desde entonces, y una vez reparados los daños, parece que no se ha producido ningún otro accidente. Y que así siga.

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