EL PRÍNCIPE ARRINCONADO –El dueño del restaurante no reconoció al príncipe Juan Carlos.–

Corría el año 1973 y esa noche El Cacique estaba lleno. No había ni una mesa libre. Un grupo de treintañeros esperaba de pie en la entrada para poder sentarse. El dueño, Jorge, los vio y, al calcular que tendrían que esperar un rato largo, se le ocurrió sentarles en unos sillones de la entrada. Estarían algo arrinconados pero, por lo menos, podrían cenar. Repentinamente, sin ningún motivo aparente, algunos clientes empezaron a levantarse y a dirigirse hacia el grupo de jóvenes. Se quedaban de pie frente a uno de ellos, muy alto, y tras saludarle efusivamente, le ofrecían su mesa para cenar. Jorge, confundido y atónito, miraba la escena desde la distancia, intentando comprender qué ocurría. De pronto, alguien se le acercó y le dijo: «¿Pero, hombre, que no sabes quién es? Es el príncipe Juan Carlos, hijo de Juan de Borbón». Desde ese día, el príncipe Juan Carlos ha vuelto varias veces a El Cacique, ya convertido en Juan Carlos I.

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